viernes, 26 de diciembre de 2014

El pánico



Aparece cuando la angustia y el miedo se llevan al límite y el individuo pierde el control sobre sí mismo, pudiendo hacerse presente de dos formas diferentes:

CÓMO ACTUAR ANTE UN ATAQUE DE PÁNICO ACTIVO

Entenderemos que nos encontramos ante un episodio de “pánico activo”, cuando observemos que el buceador intenta huir cuanto antes de la situación, tratando de ponerse a salvo de algo que entiende como un peligro.

Habitualmente cuando estamos en una inmersión la huida se producirá hacia la superficie y en muchos casos en esa huida el individuo trata de liberarse de todos los elementos extraños que puedan molestarle o hacerle más lento: gafas, regulador...

Resulta evidente cuán peligrosas son este tipo de reacciones y lo importante que resulta que seamos capaces de frenarlas lo antes posible.

Así si observamos este comportamiento en un compañero, trataremos de retenerlo de inmediato, evitando que ascienda; piense que siempre será preferible que trague agua antes de que sufra una lesión en los pulmones. Resulta fundamental
que lo sujetemos y trataremos de buscar el contacto ocular para intentar transmitirle seguridad.

Es muy importante localizar el motivo que ha podido llevar a esta situación de pánico y, en la medida de lo posible, tratar de eliminarlo o esquivarlo.

En caso de que no se aprecien signos de tranquilidad en el buceador, convendrá comenzar con la ascensión que deberá ser muy cuidadosa y controlada.

CÓMO ACTUAR ANTE UN ATAQUE DE PÁNICO PASIVO

Ante una situación de pánico pasivo el individuo se quedará catatónico, como si no tuviera capacidad de reacción, lo que se suele decir “paralizado por el miedo”.
Esto es sumamente peligroso y el compañero deberá actuar con cautela puesto que cualquier mínimo roce podrá provocar la entrada en una situación de pánico activo extremo. Deberemos por tanto realizar una aproximación muy lenta y cautelosa, intentado mantener constantemente el contacto visual y en cuanto podamos, agarrándole firmemente por el jacket.

Al igual que para un ataque activo, en caso de que no apreciemos ninguna mejora, convendrá comenzar el ascenso controlado.
 
Conviene tener muy presente que el pánico no es una enfermedad, ni tampoco una alteración exclusiva de determinadas personas, sino una consecuencia física y mental que viene provocada por una situación de profundo e intenso estrés o
por un gran miedo.
El pánico nos lleva a la pérdida de autocontrol y esto resulta sumamente peligroso cuando nos encontramos varios metros bajo el mar, ya que pueden provocarse situaciones que llevarían incluso a la muerte.