Aparece
cuando la angustia y el miedo se llevan al límite y el individuo pierde el
control sobre sí mismo, pudiendo hacerse presente de dos formas diferentes:
CÓMO ACTUAR
ANTE UN ATAQUE DE PÁNICO ACTIVO
Entenderemos
que nos encontramos ante un episodio de “pánico activo”, cuando observemos que
el buceador intenta huir cuanto antes de la situación, tratando de ponerse a
salvo de algo que entiende como un peligro.
Habitualmente
cuando estamos en una inmersión la huida se producirá hacia la superficie y en
muchos casos en esa huida el individuo trata de liberarse de todos los
elementos extraños que puedan molestarle o hacerle más lento: gafas, regulador...
Resulta
evidente cuán peligrosas son este tipo de reacciones y lo importante que
resulta que seamos capaces de frenarlas lo antes posible.
Así si
observamos este comportamiento en un compañero, trataremos de retenerlo de
inmediato, evitando que ascienda; piense que siempre será preferible que trague
agua antes de que sufra una lesión en los pulmones. Resulta fundamental
que lo
sujetemos y trataremos de buscar el contacto ocular para intentar transmitirle
seguridad.
Es muy
importante localizar el motivo que ha podido llevar a esta situación de pánico
y, en la medida de lo posible, tratar de eliminarlo o esquivarlo.
En caso de
que no se aprecien signos de tranquilidad en el buceador, convendrá comenzar
con la ascensión que deberá ser muy cuidadosa y controlada.
CÓMO ACTUAR
ANTE UN ATAQUE DE PÁNICO PASIVO
Ante una
situación de pánico pasivo el individuo se quedará catatónico, como si no
tuviera capacidad de reacción, lo que se suele decir “paralizado por el miedo”.
Esto es
sumamente peligroso y el compañero deberá actuar con cautela puesto que
cualquier mínimo roce podrá provocar la entrada en una situación de pánico
activo extremo. Deberemos por tanto realizar una aproximación muy lenta y
cautelosa, intentado mantener constantemente el contacto visual y en cuanto
podamos, agarrándole firmemente por el jacket.
Al igual que
para un ataque activo, en caso de que no apreciemos ninguna mejora, convendrá
comenzar el ascenso controlado.
Conviene
tener muy presente que el pánico no es una enfermedad, ni tampoco una
alteración exclusiva de determinadas personas, sino una consecuencia física y
mental que viene provocada por una situación de profundo e intenso estrés o
por un gran
miedo.
El pánico
nos lleva a la pérdida de autocontrol y esto resulta sumamente peligroso cuando
nos encontramos varios metros bajo el mar, ya que pueden provocarse situaciones
que llevarían incluso a la muerte.