domingo, 7 de diciembre de 2014

Cómo actuar ante un ataque de pánico mientras buceas



Los ataques de pánico entre buceadores son una situación más habitual de lo que puede parecer y que no debe tomarse a la ligera por sus consecuencias. Aunque no hay consenso, asociaciones dedicadas a estudiar la seguridad en el buceo como DAN apuntan a que estos ataques juegan un importante papel en muchos de los accidentes graves, e incluso mortales, de buceadores. Unos análisis consideran que una quinta parte de los accidentes mortales de buceadores se deben a ataques de pánico... y otros apuntan a que la gran mayoría, hasta el 85%, ocurren por la aparición del pánico durante la inmersión.
Tras el accidente, en muchas ocasiones se revela que el buceador que lo ha sufrido no ha tenido ningún problema con el equipo, tiene los plomos puestos y simplemente no se sabe qué ha propiciado ese accidente. Aunque también hay que resaltar que habitualmente en estos incidentes fatales confluyen al menos dos factores importantes.
Vamos a explicar qué es un ataque de pánico y cómo evitarlo en la medida de lo posible según diferentes estudios médicos especializados en accidentes de buceo para que, si lo sufres bajo el agua, sepas identificarlo y paliar el problema.
Es importante que tengas en cuenta que hablamos de ataques de pánico puntuales bajo el agua. Nada de lo que leas aquí puede sustituir el tratamiento personalizado de tu médico o terapeuta si sufres episodios continuados de pánico. Si tienes dudas al respecto nada mejor que consultarlo con tu médico. Cada caso, persona y buceador es diferente y debe ser tratado de manera personalizada.

¿Qué es un ataque de pánico?

Un ataque de pánico se define como un periodo en el que el individuo sufre de una manera súbita un intenso miedo o temor con una duración variable. Estos ataques aparecen de repente y sin una razón evidente. Durante el ataque se producen síntomas físicos muy intensos como taquicardia, dificultad para respirar, hiperventilación pulmonar, temblores o mareos. Esa sensación de pánico se produce por una secreción masiva de adrenalina en el torrente sanguíneo siguiendo una orden del sistema nervioso simpático frente a lo que percibe como una gran amenaza. No hay que confundirlo en ningún momento con cobardía, es simplemente un proceso químico.
Si el ataque tiene lugar en la superficie y podemos recibir ayuda puede ser una situación difícil pero sin mayor transcendencia. En nuestro caso, teniendo en cuenta que estamos hablando de buceadores que se encuentran a varios metros bajo la superficie, con necesidad de estar conectados a la botella con aire que llevan a la espalda... La situación desde luego no es la misma y ha de tomarse muy en serio. 
Cuando sufrimos un ataque de pánico respiramos rápida y poco profundamente, pudiendo llegar a sufrir hipoxia o déficit de oxígeno. Si esto sucede en la superficie puede llevarnos en último término a un desmayo. Bajo el agua nos empujará a actuar irracionalmente y nos impedirá pensar fríamente para solucionar el problema. En último término esta dificultad para respirar nos empujará a quitarnos el regulador pensando que el problema reside en el equipo, que no proporciona aire, y empujándonos hacia la superficie llevándonos a posibles problemas como la enfermedad descompresiva o una sobreexpansión pulmonar.

¿Qué puede causar un ataque de pánico?

Un ataque de pánico es tan impredecible como un ataque al corazón. En realidad, no se sabe por qué alguien, ya sea bajo el agua o fuera de ella, llega a sufrir uno de estos ataques, pero parece que en él tienen influencia tanto factores físicos como el estado anímico en los momentos anteriores a sufrir el ataque. Al igual que se puede tratar de evitar un ataque al corazón con buena alimentación y ejercicio, es posible evitar que un ataque de pánico se convierta en un problema grave.
Un estudio realizado en el año 2000 por David & Lynn Colvard examinó a más de 12.000 buceadores que habían experimentado el pánico durante sus inmersiones, en un intento de descubrir las causas. A los encuestados se les ofreció una lista con 43 posibles motivos de pánico, tales como "tiburones", "oscuridad", "falta de aire" y así sucesivamente. Las opciones se dividían en tres categorías, en relación con las condiciones de buceo, problemas en los equipos o problemas físicos y psicológicos. Se pidió a los participantes evaluar cuáles de estas amenazas habían estado presentes durante los ataques de pánico. Entre las 43 posibles amenazas, las tres opciones más seleccionadas en cada categoría fueron las últimas: "otros". En otras palabras, las causas que activaron las reacciones de pánico no eran las más obvias. En la mayoría de los casos, el motivo desencadenante fue algo trivial, algo que nadie vería como una razón para causar pánico en otro momento. 
Mi experiencia con los ataques de pánico buceando (más bien con el ataque de pánico) se dio cuando tuve que pasar tras el guía por una grieta en un arrecife. El guía pasó sin problemas pero en el momento que me tocaba seguirle sentí que me quedaba sin aire, quizá ante la idea de quedarme atrapado en ese espacio, y me puse como loco a tirar de su aleta porque sentía que me asfixiaba. ¿Fue el espacio angosto por el que tuve que pasar el que me llevó a sufrir ese ataque? Teniendo en cuenta que pasé, como pasaron otros 6 compañeros detrás de mí y que nadie se refirió a ese momento como complicado, evidentemente fue un miedo irracional.